Usar la tecnología manteniendo los elementos esenciales de la formación cristiana.

La tecnificación multimedia de la educación es inevitable. No por cuestión de gusto o estilo sino simplemente por una cuestión de adaptación. Toda la cosmovisión actual nos dice con claridad que debemos usar cada vez las tecnologías emergentes de comunicación si no queremos quedar aislados de lo que ahora se conoce como “Sociedad 2.0”.[1]

Debemos reconocer la importancia y las inmensas ventajas de la tecnología en la educación. Fernández y Romero (2008) destacan entre estas ventajas: la capacidad para crear contextos de aprendizajes que abren nuevas posibilidades de información y de comunicación, se crean comunidades de aprendizaje muy efectivas en el manejo inmediato de la información, los programas informáticos pueden transformar nociones abstractas en modelos figurativos facilitando su comprensión y el uso de la computadora pone en contacto una amplia red de entornos (familia, compañeros de estudio, profesionales, profesores) facilitando la transferencia de aprendizaje de unos contextos a otros.

El problema no es la tecnología en sí, sino la forma de usarla, especialmente cuando este uso pasa por alto elementos esenciales en la formación cristiana. Algunos de esos elementos esenciales son la relación personal entre el docente y el alumno, el modelo de vida como paradigma a imitar, el contexto ministerial necesario para el desarrollo de los dones, la supervisión ministerial, la evaluación del carácter y los hábitos de piedad personal, entre otros.

No podemos obviar el hecho de que gracias a recursos como la internet y los multimedia,  es posible prescindir o poner de lado casi todos esos elementos esenciales. Es posible ser enseñados por robots que envían preguntas y ofrecen respuestas automatizadas, recibir una amplia información en muchos campos del saber humano sin verle la cara a ninguna persona durante todo el programa de entrenamiento, aprobar las materias de un programa sin siquiera aplicar ministerialmente los conocimientos recibidos, aprender de lo que alguien sabe pero no de cómo vive o ministra, tener buenas notas y, al mismo tiempo, malas relaciones interpersonales con los demás.

El reto que tenemos frente a nosotros es cómo podemos aprovechar los inmensos recursos de la tecnología educativa manteniendo aun los elementos esenciales de la educación bíblica.  Esto exigirá de nosotros todo el esfuerzo posible por no sacrificar en el altar de la tecnología los elementos que le dan vida y singularidad a la educación teológica según los principios bíblicos.

Yo mismo pude dar fe de que este desafío si es posible enfrentarlo con éxito. Recientemente pude obtener una maestría a través de un programa virtual (http://www.pro-meta.org/). Este programa, aunque es virtual, procura mantener vigentes los aspectos esenciales de la formación cristiana a través del diálogo, la mentoría, la supervisión y la transimisión de valores bíblicos. Esto cuesta mucho al personal pero es uno de los aspectos medulares del programa.

Podemos entrenar a través del internet, pero alguien debe todavía asegurar que el educando está mostrando los rasgos de carácter necesarios para un sano crecimiento ministerial, alguien debe todavía servir de modelo vivencial a imitar para este creyente, alguien debe verificar si este creyente está desarrollando una sana relación con su entorno eclesial y ministerial aprovechando los recursos y oportunidades que el Señor le ha dado.  El objetivo de la educación teológica a través de la tecnología multimedia no es sólo ofrecer herramientas a grandes distancias. Todavía sigue siendo formar hombres y mujeres a la imagen de Cristo y esto requiere vivencia, modelos y supervisión ministerial.


[1] Este término establece un contraste entre la sociedad real (1.0) y la sociedad virtual (2.0) que se comunica, cultiva, educa y crece a base de las comunicaciones virtuales, las redes sociales, la internet y la Web en general. Una explicación sencilla y clara la podemos encontrar en “La Sociedad 2.0” de Edgar Briceño, disponible en http://www.monografias.com/trabajos59/sociedad-dos-cero/sociedad-dos-cero.shtml.